miércoles, 6 de febrero de 2013

Mar.


Entonces me enseñaste el mar,
yo no conocía la inmensidad,
no conocía tu cuerpo,
secreto de las olas,
pedazos de viento,
me enseñaste la enfermedad de la alegría,
el pan que se divide,
la miel de las hojas otoñadas,
descubriste la brevedad de mi entraña
y agitaste las sombras,
lapidaste fantasmas
y luchaste con nostalgias recurrentes,
soñamos.
Enamoraste mi lengua
y mis ojos,
encontraste mis vértices,
cicatrices,
hablaste de espuma sobre mi espalda,
untaste cielo entre mis piernas.
Hoy eres ciudad de dioses,
pirámide que enfrenta al sol,
mueca burlona ante la muerte,
hoy comes mi cuerpo
como el pan que se divide,
enciendes el día azul celeste,
hoy murmuras mi nombre
mientras duermes,
entiendes mi pecho,
mi hueso,
mi sangre.
Amas al amor que tengo
como a mí mismo,
descifras lo poco que soy
entre palabra y beso,
desarmas el espectro,
cultivas la semilla,
entregas tu seno a mi hambre,
dominas la sombra
y el infierno,
apagas el mal
y lloras,
lloras conmigo en la noche sin estrellas,
estrellas la noche y ríes,
ríes conmigo en la noche estrellada.
Amalgama de lo cierto,
fruto dulcísimo y sangrante,
anémona tibia,
hoy eres secreto de mi deseo,
deseo de mi cuerpo,
cuerpo de mi cuerpo.