Y sin más se abrió la puerta,
el viento arremetió
sobre los huesos de la casa,
las paredes temblaron en concreto.
No sé qué hay en tus ojos,
ni las manchas
que nublan tu hemisferio,
no entiendo
la compleja marcha de tus pasos,
pero te extraño,
la sonrisa,
la mueca vulgar de bienvenida.
Apareciste lejos,
en silencio,
apareciste,
entre las manos de lo incierto,
la cólera infame de tu pecho
se apoderó de la palabra
y del viento.
Todos guardan un silencio absurdo,
gimen en secreto,
lloran la noche de tu ausencia,
yo estoy pensando en tu frente,
en tu pie vagabundo y solo,
estoy mirando,
sangre mía,
esperando tu voz
y tu vuelta.
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